Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas.
Universidad Pompeu Fabra
28 de agosto de 2012
Ha muerto un intelectual comprometido con el
bienestar y calidad de vida de las clases trabajadoras y de otros sectores de
la población, componentes de las clases populares de este y otros países, así
como con los movimientos de liberación existentes alrededor del mundo. El
objetivo de su vida fue contribuir con su trabajo a terminar con la
explotación, fuera ésta de clase, de género, de raza o de nación. Ya en sí,
este propósito le distinguió de la gran mayoría de intelectuales que ponen sus
conocimientos al servicio de las estructuras de poder, garantizando su
reproducción. Pero lo que también distinguió a Paco Fernández Buey fue su
coherencia. Fue característico de su compromiso no desviarse de aquel objetivo,
intentando mostrar, en su vida personal, la continuidad de sus principios, lo
cual le llevó a enfrentarse incluso a personajes, movimientos y partidos de
izquierda que él consideró demasiado acomodadizos.
Fue, en este aspecto, también un
intelectual incómodo incluso para sectores de las izquierdas de las que formó
parte y en las que militó. Militancia no significaba, para Paco Fernández Buey,
obediencia y unanimidad, sino compromiso, mejor realizado a través de un
proyecto colectivo. La falta de sensibilidad hacia la necesidad de diversidad y
debate por parte de tales sectores de izquierdas explica, sin embargo, que
abandonase aquellos instrumentos políticos sin que, con ello, y tal como
ocurrió con muchos otros, perdiera o diluyera su constante compromiso.
Tal compromiso, sin embargo, se paga
en esta sociedad con un alto coste personal. Un intelectual comprometido de
izquierdas, crítico con estructuras de poder que aguantan y sostienen una
enorme explotación (término evitado en el lenguaje versallesco del discurso
mediático dominante) paga un coste elevado a nivel personal. Tiene negado todo
fórum de acceso a la población.
Paco Fernández Buey aparecía poco en
los mayores medios de información
y persuasión del país, que no
favorecen voces críticas, como la suya, que tocan las raíces de los problemas a
los que la mayoría de la ciudadanía se enfrenta en su vida cotidiana. Tales voces
quedan marginadas, desechadas como “anticuadas” por hablar de conceptos como
“lucha de clases” que son considerados por los establishments que dominan el
quehacer intelectual y mediático del país como irrelevantes. En realidad, en
pocas ocasiones como ahora se ha visto que tales conceptos llamados ahora
anticuados sean tan claves para entender nuestras realidades. Hoy mismo han
aparecido los datos de la distribución de las rentas del país, señalando (para
todo aquel que no esté cegado por la ideología dominante) como las rentas del
capital han ido creciendo durante todos estos años de crisis a costa de las
rentas del trabajo. La definición de explotación es que A explota a B cuando A
vive mejor a costa de que B viva peor. A y B pueden ser clases sociales,
géneros, razas y/o naciones. Pues bien, los datos muestran que el mundo del
capital en España ha estado viviendo mejor a costa de que la clase trabajadora
haya ido viviendo peor.
Pero la intelectualidad “respetable”
que produce y reproduce la sabiduría convencional no habla de esta realidad,
ocultándola y definiendo los análisis que permiten entenderla como
“anticuados”.
Modernidad significa en dicho
lenguaje, adaptarse, aceptar y promover la sabiduría convencional de aquellos
que tienen poder para definirla.
Es interesante que tal visión de los
hechos aparezca también en más de una nota escrita a raíz de la muerte de Paco
Fernández Buey.
Intentando mostrar simpatía por el
fallecido, concluyen que era un buen hombre, colgado todavía en el sueño de las
utopías, lo cual raya con definirlo como una figura ya irrelevante en nuestros
tiempos. La enorme crisis actual está mostrando más y más la vacuidad de tal
sabiduría convencional y la necesidad de ir recuperando las categorías de
análisis críticos como los de Paco Fernández Buey, que permiten entender la
realidad para poder transformarla.
Una nota personal. Conocí a Paco a
través de Manolo Sacristán.
Conocí a dos Sacristanes. Uno en el
Instituto Jaime Balmes, cuando yo era estudiante de bachillerato. Siendo yo
hijo de maestros brutalmente represaliados por el golpe fascista y la dictadura
que estableció, mis sentimientos hacia Sacristán, profesor de Lógica en aquel
instituto, y en aquel momento miembro activo del movimiento fascista y de la
Falange, eran de clara hostilidad. Fue años mas tarde cuando conocí a otro
Sacristán, la misma persona, pero con un pensamiento opuesto al que él había
tenido en su juventud. Era ya entonces un hombre de la resistencia antifascista
que estableció Mientras Tanto, invitándome a colaborar desde el
principio. Y así fue como conocí a Paco, que era su discípulo, y que
inmediatamente me impresionó por su compromiso y calidad personal. Y fue un
enorme placer cuando, al incorporarme a la Universidad Pompeu Fabra, compartimos
edificio y espacio físico, maximizando las oportunidades de vernos, y así fue
como se reforzó una gran amistad.
Es en este contexto en el que, cuando
ya estaba avanzada su enfermedad, hablamos de la vida y también de la muerte.
Las personas se definen por cómo y por qué viven y también por cómo
mueren. En pocas semanas he perdido a
dos amigos. Uno, Alexander Cockburn, fundador de la revista CounterPunch
con la que colaboro, y el otro Paco Fernández Buey. Los dos murieron como
vivieron, trabajando hasta el último momento, con discreción y contundencia.
Paco y yo hablamos de su vida y de su
muerte. Paco veía su muerte con serenidad. Amaba la vida, una vida enriquecida
a nivel personal por una excelente familia y por una larga lista de amigos. Y
amaba también la vida porque creía que el futuro sería mejor que el pasado, y
quería verlo.
Para que haya cambio se requiere, sin
embargo, una movilización que lo posibilite. Y Paco veía ya síntomas e
indicadores claves de que las clases populares se estaban movilizando. Y quería
estar aquí para verlo y ser parte de ello. Lástima que no podrá verlo.
Pero sí que estará aquí, pues su
trabajo y su vida continuarán, inspirando a muchos que seguirán sus pasos. Paco
se fue, pero su persona y su trabajo siempre continuarán entre aquellos que
luchan por aquel mundo mejor basado en la fraternidad y en la solidaridad.
Y tal futuro puede que no esté tan
lejos y/o sea tan imposible como los establishments que dominan y gobiernan el
mundo, incluyendo Europa, nos quieren ahora hacer creer con el mensaje que
repiten con tanta frecuencia de que no hay alternativas a sus políticas, que
causan un enorme dolor. Según la última encuesta de valores de las poblaciones
que viven en los países a los dos lados del Norte del Atlántico, la mayoría de
la población (que varía según el país) indicaban que preferirían vivir en un
país, con un sistema económico, político y social que se basara en que cada
persona tuviera los recursos que necesitara y que cada persona contribuyera al
bien común según su habilidad y capacidad.
Que este deseo se traduzca en una
movilización es una amenaza al actual sistema de relaciones de poder, basadas
en una enorme concentración de poder financiero, económico, mediático y
político, lo cual explica la
reducción de las libertades y de la
democracia que aquellos establishments están imponiendo a las clases populares,
a las cuales Paco sirvió, sembrando las bases para este mundo mejor.
Recibido Email de un buen amigo E.R. de Alcoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario